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El día que el gozo le serruchó el piso a la amargura

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Cuando era inf értil la amargura era mi musa, era tan intensa que habría podido escribir bibliotecas enteras en su honor. Pasa que era una flor de pasión, no era una de esas amarguras pesimistas, monótonas y marrones, eso jamas. Era mas bien exuberante e impulsiva, intermitente y voraz. Cuando le entraban ganas me poseía y me congelaba la sonrisa, me humedecía la mirada, y pesaba un universo sobre mi. Creo que me encog í 10,5cm siendo inf értil, quizás 11. La mañana en que nacieron mis mellizos desterré a la amargura con un portazo de indiferencia. Doy fe de que los ojos son las ventanas del alma, porque al mirar a mis bebes se me metió al corazón, como por una ventana abierta por descuido, una ráfaga de alegría tan violenta, que lo puso patas para arriba, lo poseyó y se declar ó patrona y protectora de todos los confines de su territorio.    Le di la espalda a la amargura pero ella, acostumbrada como estaba a poseerme por antojo, no se resign ó tan fácil. Se qued ó solapada

madres imperfectas

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Educar a los hijos es mas intrincado de lo que parece. Pasa que, amén de lo que les digamos o  prometamos, siempre aparecerá nuestro ejemplo, malo o bendito y, fulminantemente, los educará  por nosotras. Es ley.  Lo que nos tomamos a pecho la maternidad, ni locas nos conformamos con hijos mediocres, y nos resistimos a aceptar que ellos repitan nuestros errores o defectos. Alguna necesitara tener hijos perfectos para presumir, pero son las menos, la mayoría simplemente amamos tanto a nuestros pollitos que quisiéramos ahorrarles el sufrimiento que nosotras mismas experimentamos al cargar con nuestros defectos y errores.  Como pedirles respeto a los gritos? Como estimularles la paciencia y la  tolerancia a la frutración cuando contamos hasta 3 y a la 4ta ya estamos furiosas? Como generar autoconfianza, cuando resoplamos con los ojos en blanco si derrama el vaso de licuado en el comedor reluciente? Complicada ciencia en la que nos metimos, la de enseñar algo en la que no somos ex

Ya no soy Niza

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No recuerdo bien si firmé un contrato con Ursula la hechicera, o si distraida estreche la mano de algún brujo ventajero, cuestión que,  en la medida en que abrace mi sueño de ser mamá, perdí, como por arte de magia, mi capacidad de escribir. Me acuerdo como si hubiera sido ayer, era de noche en Chicago, abrumada por la alegría del embarazo, ya sin nauseas, me senté con mi laptop para hacer esto que amo y, literalmente, no logre escribir una palabra, ni un titulo, nada. Nunca mas pude, trate varias veces hasta que, confieso, perdí también el interés por intentarlo. Sospecho de las hormonas del embarazo y lactancia, y del foco obsesivo en la crianza de mis hijos,  creo que colmaron mi alma a tal punto que no cabía ni una letra mas.  Hace un mes la mas peque empezó salita de 3 y comencé a sentirlo, cada día mas intenso. Se desató el sortilegio y acá me tienen, escribiendo de nuevo. Durante estos 9 años viví tantas cosas, que me pregunto si soy la misma mujer que aplacaba con amor y

Cuando un duelo es meditado en el silencio del Corazón

C es una de las personas más pequeñas que conozco, tiene un corazón de niño, noble y franco. SI alguien me hubiera preguntado cuál es el mayor miedo de C habría podido afirmar sin miedo a equivocarme: a la muerte de su papá. No hace falta describir lo dolorosa que es la muerte de un ser querido, asi haya estado enfermo o sano, sea joven o viejito, jamás estamos listos para decir “hasta el Cielo”. EL mismo Jesús lloró frente al cuerpo sin vida de su gran amigo Lázaro. Pero mientras nosotros nos batimos a duelo con nuestros miedos, mientras hacemos tremendos esfuerzos por conservar la salud y la vida de quienes amamos, y mientras no decimos “muerte” porque es mala palabra, hay en el Cielo grandes despliegues invisibles para un corazón aturdido o distraído. Y como por arte de magia, que en realidad es un arte de Amor hay un punto y un momento en el que Cielo y Tierra pueden tocarse: el lugar es el corazón, y el momento es durante el dolor. Cuando el alma duele está en carne viva, está mu
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Baba de Caracol

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Durante muchos años de mi vida sentí cierto desprecio por las personas excesivamente sensibles. A mi no me entraban balas, y no podía entender como había gente a quienes había que tratar con pinzas porque se ofendían a muerte o te hacían pucheritos a la primera"crítica constructiva ". Invertía energías inhumanas en demostrar a los demás que me llevaba el mundo por delante. Siempre mirando burlonamente por sobre el hombro a los debiluchos sensibleros. Siempre canchera, ganadora (todavía se puede leer en mis posts dejos de esa actitud cocorita). Viví años presa de un escudo de indiferencia que lejos de protegerme, me aislaba emocionalmente de cualquier amenaza de dolor. La boluda era tan sensible, que no podía ni siquiera darse el lujo de aceptar un dolor que no tenía los recursos para asimilar y metabolizar. Se creía intocable, y era blandengue como una babosa, protegida por la dura concha del caracol. Ese es uno de los aprendizajes mas importantes de mi vida. Aprendí el va

Avisos Fúnebres

Haría algún comentario respecto a David Carradine, pero mi blog se está transformando en un obituario. Prometo ponerme media pila y mandarme algo feliz una vez x semana (o x mes, a quien quiero mentir!)