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Mostrando entradas de octubre, 2010

Cuando un duelo es meditado en el silencio del Corazón

C es una de las personas más pequeñas que conozco, tiene un corazón de niño, noble y franco. SI alguien me hubiera preguntado cuál es el mayor miedo de C habría podido afirmar sin miedo a equivocarme: a la muerte de su papá. No hace falta describir lo dolorosa que es la muerte de un ser querido, asi haya estado enfermo o sano, sea joven o viejito, jamás estamos listos para decir “hasta el Cielo”. EL mismo Jesús lloró frente al cuerpo sin vida de su gran amigo Lázaro. Pero mientras nosotros nos batimos a duelo con nuestros miedos, mientras hacemos tremendos esfuerzos por conservar la salud y la vida de quienes amamos, y mientras no decimos “muerte” porque es mala palabra, hay en el Cielo grandes despliegues invisibles para un corazón aturdido o distraído. Y como por arte de magia, que en realidad es un arte de Amor hay un punto y un momento en el que Cielo y Tierra pueden tocarse: el lugar es el corazón, y el momento es durante el dolor. Cuando el alma duele está en carne viva, está mu